Nos hallamos en el mundo afrontando diferentes momentos en cuanto a la lucha respecto a los efectos sanitarios, económicos y sociales que el estallido ha provocado. Podemos agruparlos en tres pasos:
- Contención sanitaria, donde los esfuerzos se concentran en llegar al pico de contagios y a partir de ahí alcanzar la sostenibilidad del sistema sanitario local para poder afrontar otros frentes.
- Reanimación de la economía, mayoritariamente apostando por medidas keynesianas en forma de mecanismos locales y/o derivados de la integración en alguna agrupación territorial o económica. Inyección de liquidez por parte de los estados, relajación de la fiscalidad a las pymes, ERTES asumidos por el estado, renta mínima universal e incremento del salario mínimo interprofesional y subida de impuestos para sufragar todo ese apalancamiento.
- Inyección de optimismo en la población, para fomentar la demanda en forma de consumo y conseguir la recaudación prevista por los estados citada al final del punto anterior. Apertura de fronteras, activación de ocio y hostelería, aforos máximos…
Todos los países han afrontado el punto 1 de manera similar. Pero los puntos 2 y 3 han sido implementados de manera diferente dependiendo del territorio que lo haya iniciado. Desde la estrategia de afrontar los tres puntos en paralelo aún sin haber alcanzado al pico máximo de contagios como EEUU y Brasil, hasta China y Marruecos con estrictas medidas de confinamiento de la población y cierre de fronteras por delante del impacto económico.
En la delicada intención de los mandatarios de reactivar la economía mediante el estímulo de la demanda, son muchas las variables endógenas- exógenas y condicionantes que han de manejar:
- Capacidad de ataduras en forma de techo de gasto y endeudamiento, provenientes de legislación propia o de compromisos adquiridos, por ejemplo el caso de España dentro de la Unión Europea, que invalida otros mecanismos usados en anteriores crisis, como la devaluación de la moneda.
- Modelo productivo, configuración del tejido empresarial, presión sindical y estacionalidad en los ingresos, para canalizar esos fondos hacia la microeconomía activa que asegure entrada de dinero nuevo y que el retorno hacia los indicadores macro sea lo más rápido posible.
- Acciones en el ciclo económico y su repercusión en el ciclo político.
Lo anterior obliga a una eficiencia máxima en cuanto a cada euro que se sufraga con los recursos propios del país y lleva al extremo cualquier incremento en la deuda que hipoteque a los ciudadanos a corto, medio o largo plazo. Por ello las decisiones en este sentido deben contar con todas las garantías para asegurar que los países obtienen retorno, creando mecanismos que posibiliten la trazabilidad de las partidas y garantizando un seguimiento al lugar donde se ha depositado el trozo de hucha. Pero….¿Se apunta a la diana en cuanto a distribución de esos fondos? ¿Van donde el retorno es máximo? ¿Cómo se elige donde inyectar liquidez? ¿Son decisiones racionales o sesgadas?
La teoría de la racionalidad limitada promulgada por Herbert A. Simon(1919-2001) establece que los individuos toman sus decisiones económicas de manera ineficiente e irracional, principalmente por el condicionamiento que la acción de tres variables impone a las acciones de las personas:
- La disponibilidad de la información de que se dispone
- La propia limitación cognitiva del individuo
- El tiempo existente para tomar una decisión
Esta teoría afirma, por tanto, que previamente a tomar una decisión económica en la mayoría de los casos no se dispone de la capacidad y recursos necesarios para dar con la solución óptima, por lo que se crean modelos simplificados y reduccionistas de las opciones disponibles y el impacto que producen. Resumiendo, se busca la solución satisfactoria para uno determinado interés, no la óptima. Por el tiempo que se toman las decisiones, previsiblemente no se tienen de cuenta costes de oportunidad, costes de agencia, coste de no hacer nada….y tampoco se observa el Efecto Dotación que acuñó Kahneman, respecto al valor que otorgamos a un bien por el mero hecho de poseerlo. ¿Quiere decir eso que la deuda contraída articulada por los gobiernos no es asumida como «SU» deuda?
¿Quiere decir eso que la deuda contraída articulada por los gobiernos no es asumida como «SU» deuda?
En el caso de España, las noticias indican que hay un comité de expertos con variedad de enfoques y posturas analizando la situación actual y las posibles soluciones. Esto es muy enriquecedor y debería garantizar una análisis pormenorizado de todos los impactos y repercusiones que cualquier medida debe disparar. Tan solo queda una variable de la ecuación por asegurar, que es la más importante ya que sufragará la deuda contraída: la ciudadanía. Para garantizar el compromiso y responsabilidad, deben suceder varias cosas:
- Confianza
- Entendemiento de los ¿por qué? y ¿para qué?
- Ser informados
En estos tres puntos, la economía del comportamiento, conductual o behavioral economics debe resultar fundamental. Los esfuerzos en cuanto a incremento de impuestos principalmente y reducción de servicios públicos temporalmente deben implementarse mediantes empujoncitos(«nudges») que inciten a los ciudadanos a «arrimar el hombro», teniendo en cuenta los sesgos y heurísticos existentes. Principalmente, los que más aplican en este caso concreto son:
- Aversión a la pérdida
- Status-quo
- Efecto ancla
- Efecto arrastre
- Disponibilidad
Existen ya diferentes iniciativas en España que pueden ayudar a facilitar esta labor integradora, tales como:
- Observatorio de Economía de la Conducta: https://observatorioeconomiaconducta.org/
- Brain rearch Lab URJC: https://www.urjc.es/empresas-e-instituciones/2700-laboratorio-brain-research-lab
- Loyola Behavioral Lab: https://loyolabehlab.org/
- BEHAVIOR & LAW / Behavioral Economics Division: https://behaviorandeconomics.com/
Ya solo queda hacer buen uso de ello.
Un abrazo